Viejita sabia.

Una pequeña y bien perfumada anciana de 83 años, impecablemente vestida como cada mañana a las 8 en punto, con su cabello arreglado de peluquería y maquillaje en sus ojos, rubor en sus mejillas y labial perfectamente aplicado, se muda hoy al geriátrico en que trabajo. Su esposo murió recientemente, lo que motivó la mudanza.

Después de un par de horas de esperar pacientemente en el recibidor del asilo de ancianos, sonrió dulcemente, cuando le dije que su habitación ya estaba lista.
Mientras se desplazaba con su andador hacia el ascensor, le di una descripción detallada del pequeño cuarto, incluyendo el acolchado color durazno y las cortinas a rayas grises y amarillas que colgaban de su ventana.
“Me encanta”, afirmó, con el entusiasmo de un niño de 8 años al que le acaban de entregar una nueva mascota.
“Sra. Moreira aún no ha visto su habitación, espere un minuto". 

“Eso no importa”, respondió. “La felicidad es algo que decides con el tiempo. Si me gusta o no mi cuarto, no depende de cómo estén arreglados los muebles, depende de cómo arregle mi mente. Ya decidí que me gusta. Es una decisión que hago cada mañana, cuando me levanto. Tengo la elección; Puedo pasar el día en la cama, repasando la dificultad que tengo con las partes de mi cuerpo que no funcionan, o salir de la cama y estar agradecida por las partes que sí funcionan”.
“Cada día es un regalo, y mientras se abran mis ojos, me enfocaré en el nuevo día y los recuerdos felices que he almacenado sólo por ésta vez en mi vida.” 

La FELICIDAD es como una cuenta de banco: tú retiras de ella, lo que has depositado.

Este cuento lo saqué de Internet y lo retoqué un poquito. Veo la energía de EL ERMITAÑO, el viejo sabio, la persona que sabe iluminarse con la experiencia de su propia vida. Ilustré con LA VIEJA SABIA, arcano 9 del Tarot feminista Madre Paz.

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